El Dogma de la Santísima Trinidad
Por
Angel R. Cepeda Dovala
Así como en la Ciencia existen dogmas [1], en las Ciencias Religiosas también los hay. Veamos el caso de la Santísima Trinidad.
La Santísima Trinidad es un misterio profundo central y fundamental de la fe y vida cristiana y Dios nos lo da a conocer a través de la Revelación como: Padre, Hijo y Espíritu Santo y en el nombre de estas tres personas, los cristianos somos bautizados. [2]
La Santísima Trinidad es solo una, pues no confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas, es cuando decimos que la Trinidad es consubstancial [3], y las tres personas no se reparten la única divinidad sino que es Dios cada una de ellas, es decir: El Padre es lo mismo que el Hijo, el Hijo lo mismo que el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, en consecuencia hay un solo Dios por naturaleza; a la vez, estas tres personas son distintas. [4]
¿Por qué?
Porque sus relaciones son de origen: Él Padre es quien engendra, el Hijo es engendrado, el Espíritu Santo es quien procede. Son obras divinas y trinitarias: la creación, la historia de salvación y toda la economía divina, y la misión trinitaria: son las misiones de la Encarnación del Hijo y del don del Espíritu Santo, y su prolongación es la misión de la Iglesia. [5]
Notas
[1] Cf. Los siguientes tres escritos publicados por Tópicos Culturales:
Dogmas de la Ciencia http://topicosculturales.blogspot.com/2007/11/dogmas-de-la-ciencia.html
¿Cuál es el Fundamento Central de las Ciencias Genéticas?
http://topicosculturales.blogspot.com/2007/11/cul-es-el-fundamento-central-de-las.html
Significado de la Palabra Dogma
http://topicosculturales.blogspot.com/2007/11/significado-de-la-palabra-dogma.html
[2] Cf. Mt 28,19.
[3] Cf. “la Trinidad consubstancial”, Concilio de Constantinopla II, año 553: DS 421.
[4] Cf. Concilio de Toledo XI, año 675: DS 528; no existe oposición de relación; y, Cf. Concilio de Florencia, año 1442: DS 1330 y 1331.
[5] El fin último de toda la economía divina es la entrada de las criaturas en la unidad perfecta de la Bienaventurada Trinidad (cf Jn 17,21-23); pero desde ahora somos llamados a ser habitados por la Santísima Trinidad, dice el Señor: “El que me ama se mantendrá fiel a mis palabras. Mi Padre lo amará, y mi Padre y yo vendremos a él y viviremos en él.” (Jn 14,23); Cf. CIC 238-267.