Estar al Servicio del Codero
Por
Angel R. Cepeda Dovala
El Valor de Servir, lo demostró con Humildad Jesús de Nazaret, pues es el Siervo de Dios, y la persona humana crecerá, con la condicional: sí y solo sí, nos ponemos al Servicio con Humildad los unos a los otros.
Quizás, a veces nos parece extraño, de cómo trascender, si parece como si trabajásemos solos, pero en realidad no es así. Si la persona humana se queda en el exterior y no interioriza, es como la fe sin obras, de quién no construye su casa sobre roca sólida, pero si una persona reconoce desde su interior un problema, Jesús le dirá posiblemente “Tu fe te ha Salvado”, y vera una nueva Luz.
San Pablo le explicó a los Corintios, de que todos estamos unidos, de que estábamos unidos en Dios, por obra y gracia del Espíritu Santo y por Nuestro Señor Jesucristo, el Cordero de Dios.
¿Qué podemos hacer como humanidad?
En nuestra endeble humanidad, una de las posibilidades es que no podamos entregarnos completamente como el Nuevo Cordero: Jesús, pero a pesar de todas nuestras flaquezas, de nuestros alcances y limitaciones, y a pesar de todo, podríamos esforzamos para ayudarnos los unos a los otros con un auténtico y verdadero servicio humilde, sea cual sea su profesión, oficio o trabajo.
Entonces, Ud., como persona, su binomio Exterior e Interior, trascenderá; si se queda uno en el exterior, es como la máscara de la Conciencia, que tapa la Inconciencia interior, es esa “mismidad” que es la esencia de ser creativo y entusiasta, pese a la adversidad.
¿Cómo encontraremos Fortaleza?
Encontraremos la fortaleza, si somos obedientes a los Mandamientos de Dios, a los nuevos Mandamientos de Amor que Jesús nos enseñó, entonces nuestras palabras y acciones de apoyo a nuestros semejantes, aún por los más pequeños, trascenderán, y no será efímera nuestra actividad. Hay muchos lugares donde fortalecerse espiritualmente: en la Sagrada escritura, en el Evangelio, y en muchas vidas ejemplares que nos han precedido, y encontraremos la fortaleza para ofrecer nuestro mejor servicio a los demás, que es realmente estar al servicio de Jesús mismo, él Cordero de Dios.
“En sus heridas hemos sido curados” (1 Pe 2, 24).
¡Felices Pascuas!
ARCD