Comentarios y Reflexión del pasaje bíblico del libro Números 24, 5-6 y Evangelio
Por
Ángel R. Cepeda Dovala
“¡Qué hermosas son tus carpas, Jacob, y tus moradas, Israel! Son como quebradas que se extienden, como jardines junto a un río, como áloes que plantó el Señor, como cedros junto a las aguas” (Números 24, 5-6)
Estos dos versículos llenos de profundo contenido simbólico hacen recordar “Él Señor Dios plantó un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre que había formado” (Cf. Génesis 2, 8), pero también recuerdan como se separaron los hermanos pastores Abram y Lot, “Lot dirigió una mirada a su alrededor, y vio que toda la región baja del Jordán, hasta llegar a Soar, estaba tan bien regada como el Jardín del Señor o como la tierra de Egipto. Esto era antes que el Señor destruyera a Sodoma y Gomorra” (Cf. Génesis 13, 10). Entonces Abram trasladó su campamento y fue a establecerse junto al encinar de Mamré, que está en Hebrón. Allí erigió un altar al Señor (Génesis 13, 18).
La carpa de Jacob era su casa, donde habitaba tras sus tareas de pastor nómada, y las moradas de Israel, son cuando se hace sedentario y crece la ciudad, para “consolar a todos los que están de duelo a cambiar su ceniza por una corona, su ropa de luto por el óleo de la alegría, y su abatimiento por un canto de alabanza. Ellos serán llamados «Encinas de justicia». «Plantación del Señor, para su gloria» (Isaías 61, 2-3).
Las plantas dan un gran significado ético-moral cristiano, significan los valores de la fortaleza, vitalidad y longevidad: “El justo florecerá como la palmera, crecerá como los cedros del Líbano: trasplantado en la Casa del Señor, florecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando frutos, se mantendrá fresco y frondoso, para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca, en quien no existe la maldad” (Cf. Salmo 92, 13-16), pero también hacen germinar la justicia y la alabanza: “Porque así como la tierra da sus brotes y un jardín hace germinar lo sembrado, así el Señor hará germinar la justicia y la alabanza ante todas las naciones” (Isaías 61, 11).
En el mundo actual de violencia y guerras, al parecer estamos viendo la esperanza que Isaías dice: Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, el Señor, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua. Pondré en el desierto cedros, acacias, mirtos y olivos silvestres; plantaré en la estepa cipreses, junto con olmos y pinos, para que ellos vean y reconozcan, para que reflexionen y comprendan de una vez que la mano del Señor ha hecho esto, que el Santo de Israel lo ha creado. ¡Expongan su caso, dice el Señor, presenten sus pruebas, dice el rey de Jacob! (Cf. Isaías 41, 17-21).
De los árboles se hacen las puertas de madera y Cristo dijo: “El que entra por la puerta es el pastor de las ovejas”. “Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento” (Cf. Juan 10, 2 y 9), pero también de madera fue la cruz donde fue crucificado Nuestro Señor Jesucristo, y “el crucifijo es por excelencia el signo distintivo de quien anuncia el Evangelio: signo de amor y de paz, llamada a la conversión y a la reconciliación” (Benedicto XVI).
PAZ Y BIEN
ARCD