Reflexión
Semanal del Domingo I del Tiempo de Adviento 2014: El Cristianismo es el Adviento mismo
y se orienta hacia una dirección única
Por
Angel R. Cepeda Dovala
Adviento
quiere decir “venida”. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que
viene?, y ¿para qué viene? Enseguida encontramos la respuesta a esta pregunta.
Hasta los niños saben que es Jesús quien viene para ellos y para todos los
hombres. Viene una noche en Belén, nace en una gruta, que se utilizaba como
establo para el ganado.
San Juan Pablo II
San Juan Pablo II
Dentro de las abundantes enseñanzas llenas de
sabiduría que nos legó su Santidad Juan Pablo II en distintos momentos
históricos, existen pensamientos que nos invitan a la Reflexión sobre el Tiempo
de Adviento, dos de ellos, se conjuntan sobre el siguiente subtitulo en el
presente escrito.
El
Cristianismo es el Adviento mismo y se orienta hacia una dirección única.
1. En la Catequesis sobre el Adviento de S.S. Juan Pablo II, en la Audiencia General
de los miércoles, 29 de noviembre de 1978 mencionó:
El cristianismo brota de una relación particular
entre Dios y el hombre. En los últimos tiempos —en especial durante el Concilio
Vaticano II— se discutía mucho sobre si dicha relación es teocéntrica o
antropocéntrica. Si seguimos considerando por separado los dos términos de la
cuestión, jamás se obtendrá una respuesta satisfactoria a esta pregunta. De
hecho el cristianismo es antropocéntrico precisamente porque es plenamente
teocéntrico; y al mismo tiempo es teocéntrico gracias a su antropocentrismo
singular.
Pero es cabalmente el misterio de la Encarnación el
que explica por sí mismo esta relación. Y justamente por esto el cristianismo
no es sólo una “religión de adviento”, sino el Adviento mismo. El cristianismo
vive el misterio de la venida real de Dios hacia el hombre, y de esta realidad
palpita y late constantemente. Esta es sencillamente la vida misma del
cristianismo. Se trata de una realidad profunda y sencilla a un tiempo, que
resulta cercana a la comprensión y sensibilidad de todos los hombres y, sobre
todo, de quien sabe hacerse niño con ocasión de la noche de Navidad. No en vano
dijo Jesús una vez: “Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no
entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18, 3). [1].
2. En la Visita a
la Parroquia Romana De La Natividad De Nuestro Señor, en la Homilía del Santo
Padre Juan Pablo II, con motivo del III domingo de Adviento, con fecha 14 de
diciembre de 1980, explicó:
Hay
diversos advientos. Se repiten cada año, y todos se orientan hacia una
dirección única. Todos nos preparan a la misma realidad. Hoy, en la segunda
lectura litúrgica, escuchamos lo que escribe el Apóstol Santiago:
"Hermanos, tened paciencia, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda
paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y
tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida
del Señor está cerca". Y añade inmediatamente después: "Mirad que el
juez está ya a la puerta'' (5, 7-9).
Precisamente
este reflejo deben tener tales advientos en nuestros corazones. Deben parecerse
a la espera de la recolección. El labrador aguarda el fruto de la tierra
durante todo un año o durante algunos meses. En cambio, la mies de la vida
humana se espera durante toda la vida. Y todo adviento es importante. La mies
de la tierra se recoge cuando está madura, para utilizarla en satisfacer las
necesidades del hombre. La mies de la vida humana espera el momento en el que
aparecerá en toda la verdad ante Dios y ante Cristo, que es juez de nuestras
almas. [2].
Para
profundizar más en el tema Tópicos Culturales, los invita a conocer los dos documentos
completos que aparecen indicados en las Notas [1] y [2], en el sitio oficial de
la Santa Sede.
Paz y Bien
ARCD
Notas
[1]
Cf. JUAN PABLO II. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 29 de noviembre de 1978.
[2] Cf. VISITA A LA
PARROQUIA ROMANA DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR. HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN
PABLO II. III domingo de Adviento, 14 de diciembre de 1980.