martes, 2 de diciembre de 2014

Reflexión Semanal del Domingo I del Tiempo de Adviento 2014: El Cristianismo es el Adviento mismo y se orienta hacia una dirección única

Reflexión Semanal del Domingo I del Tiempo de Adviento 2014: El Cristianismo es el Adviento mismo y se orienta hacia una dirección única

Por 

Angel R. Cepeda Dovala

Adviento quiere decir “venida”. Por tanto, debemos preguntarnos: ¿Quién es el que viene?, y ¿para qué viene? Enseguida encontramos la respuesta a esta pregunta. Hasta los niños saben que es Jesús quien viene para ellos y para todos los hombres. Viene una noche en Belén, nace en una gruta, que se utilizaba como establo para el ganado. 
San Juan Pablo II

Dentro de las abundantes enseñanzas llenas de sabiduría que nos legó su Santidad Juan Pablo II en distintos momentos históricos, existen pensamientos que nos invitan a la Reflexión sobre el Tiempo de Adviento, dos de ellos, se conjuntan sobre el siguiente subtitulo en el presente escrito.

El Cristianismo es el Adviento mismo y se orienta hacia una dirección única.

1. En la Catequesis sobre el Adviento de S.S. Juan Pablo II, en la Audiencia General de los miércoles, 29 de noviembre de 1978 mencionó:

El cristianismo brota de una relación particular entre Dios y el hombre. En los últimos tiempos —en especial durante el Concilio Vaticano II— se discutía mucho sobre si dicha relación es teocéntrica o antropocéntrica. Si seguimos considerando por separado los dos términos de la cuestión, jamás se obtendrá una respuesta satisfactoria a esta pregunta. De hecho el cristianismo es antropocéntrico precisamente porque es plenamente teocéntrico; y al mismo tiempo es teocéntrico gracias a su antropocentrismo singular.

Pero es cabalmente el misterio de la Encarnación el que explica por sí mismo esta relación. Y justamente por esto el cristianismo no es sólo una “religión de adviento”, sino el Adviento mismo. El cristianismo vive el misterio de la venida real de Dios hacia el hombre, y de esta realidad palpita y late constantemente. Esta es sencillamente la vida misma del cristianismo. Se trata de una realidad profunda y sencilla a un tiempo, que resulta cercana a la comprensión y sensibilidad de todos los hombres y, sobre todo, de quien sabe hacerse niño con ocasión de la noche de Navidad. No en vano dijo Jesús una vez: “Si no os volviereis y os hiciereis como niños, no entraréis en el reino de los cielos” (Mt 18, 3). [1].

2. En la Visita a la Parroquia Romana De La Natividad De Nuestro Señor, en la Homilía del Santo Padre Juan Pablo II, con motivo del III domingo de Adviento, con fecha 14 de diciembre de 1980, explicó:

Hay diversos advientos. Se repiten cada año, y todos se orientan hacia una dirección única. Todos nos preparan a la misma realidad. Hoy, en la segunda lectura litúrgica, escuchamos lo que escribe el Apóstol Santiago: "Hermanos, tened paciencia, hasta la venida del Señor. El labrador aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía. Tened paciencia también vosotros, manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca". Y añade inmediatamente después: "Mirad que el juez está ya a la puerta'' (5, 7-9).

Precisamente este reflejo deben tener tales advientos en nuestros corazones. Deben parecerse a la espera de la recolección. El labrador aguarda el fruto de la tierra durante todo un año o durante algunos meses. En cambio, la mies de la vida humana se espera durante toda la vida. Y todo adviento es importante. La mies de la tierra se recoge cuando está madura, para utilizarla en satisfacer las necesidades del hombre. La mies de la vida humana espera el momento en el que aparecerá en toda la verdad ante Dios y ante Cristo, que es juez de nuestras almas. [2].

Para profundizar más en el tema Tópicos Culturales, los invita a conocer los dos documentos completos que aparecen indicados en las Notas [1] y [2], en el sitio oficial de la Santa Sede.

Paz y Bien

ARCD

Notas

 [1] Cf. JUAN PABLO II. AUDIENCIA GENERAL. Miércoles 29 de noviembre de 1978.

[2] Cf. VISITA A LA PARROQUIA ROMANA DE LA NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR. HOMILÍA DEL SANTO PADRE JUAN PABLO II. III domingo de Adviento, 14 de diciembre de 1980.