jueves, 11 de junio de 2020

La Misericordia en el Catecismo de la Iglesia Católica


La Misericordia en el Catecismo de la Iglesia Católica
Por
Angel R. Cepeda Dovala

“El Señor es mi Pastor”
Salmo 23(22)

Resumen. El propósito principal del presente escrito es apoyar el estudio y meditación de la Misericordia dentro del Catecismo de la Iglesia Católica. [1]. La Misericordia es un fruto de la Caridad (Cf. 1829). Encontraremos que se nos habla de la Misericordia del Hombre (Cf. 1781, 1829, 2100), y de las y las Obras de Misericordia (Cf. 1460, 1473, 2185, 2300, 2447 y siguientes). Se menciona la ubicación de los números, acorde con el Catecismo. También, se hace referencia a distintas citas bíblicas del Antiguo Testamento (AT) y del Nuevo Testamento (NT), y otros aspectos importantes de San Agustín, y el Concilio de Trento. Se mencionan de San Juan Pablo II: la Constitución Apostólica “Fidei Depositum” y la Encíclica sobre la Divina Misericordia. [2]. Se incluye Bibliografía consultada.

La Misericordia en el Hombre

El N° 1781, ubicado en la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Primera Sección. La Vocación del Hombre: La Vida en el Espíritu. Capítulo Primero La Dignidad de la Persona Humana. Artículo 6. La Conciencia Moral. I. El dictamen de la conciencia. Menciona:

1781 La conciencia hace posible asumir la responsabilidad de los actos realizados. Si el hombre comete el mal, el justo juicio de la conciencia puede ser en él el testigo de la verdad universal del bien, al mismo tiempo que de la malicia de su elección concreta. El veredicto del dictamen de conciencia constituye una garantía de esperanza y de misericordia. Al hacer patente la falta cometida recuerda el perdón que se ha de pedir, el bien que se ha de practicar todavía y la virtud que se ha de cultivar sin cesar con la gracia de Dios:

«Tranquilizaremos nuestra conciencia ante él, en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra conciencia y conoce todo» (1 Jn 3, 19-20).

El N° 1829 localizado en la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Primera Sección. La Vocación del Hombre: La Vida en el Espíritu. Capítulo Primero. La Dignidad de la Persona Humana. Artículo 7. Las Virtudes. Indica:

1829 La caridad tiene por frutos el gozo, la paz y la misericordia. Exige la práctica del bien y la corrección fraterna; es benevolencia; suscita la reciprocidad; es siempre desinteresada y generosa; es amistad y comunión:

«La culminación de todas nuestras obras es el amor. Ese es el fin; para conseguirlo, corremos; hacia él corremos; una vez llegados, en él reposamos» (San Agustín, In epistulam Ioannis tractatus, 10,4).

El N° 2100 dentro de la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Segunda Sección. Los Diez Mandamientos.
Capítulo Primero. «Amarás al Señor tu Dios con todo tu Corazón, con toda tu Alma y con todas tus Fuerzas». II “A Él sólo darás culto”. Señala en relación al sacrificio:

2100 El sacrificio exterior, para ser auténtico, debe ser expresión del sacrificio espiritual. “Mi sacrificio es un espíritu contrito...” (Sal 51, 19). Los profetas de la Antigua Alianza denunciaron con frecuencia los sacrificios hechos sin participación interior (Cf. Am 5, 21-25) o sin relación con el amor al prójimo (Cf. Is 1, 10-20). Jesús recuerda las palabras del profeta Oseas: “Misericordia quiero, que no sacrificio” (Mt 9, 13; 12, 7; Cf. Os 6, 6). El único sacrificio perfecto es el que ofreció Cristo en la cruz en ofrenda total al amor del Padre y por nuestra salvación (Cf. Hb 9, 13-14). Uniéndonos a su sacrificio, podemos hacer de nuestra vida un sacrificio para Dios.

Las Obras de Misericordia

En la Segunda Parte. La Celebración del Misterio Cristiano. Segunda Sección: Los Siete Sacramentos de la Iglesia. Capítulo Segundo. Los Sacramentos de Curación. Artículo 4. El Sacramento De La Penitencia y de la Reconciliación. VII. Los actos del penitente. La satisfacción (1460); y, X. Las indulgencias. Las penas del pecado (1473), se menciona:

1460 La penitencia que el confesor impone debe tener en cuenta la situación personal del penitente y buscar su bien espiritual. Debe corresponder todo lo posible a la gravedad y a la naturaleza de los pecados cometidos. Puede consistir en la oración, en ofrendas, en obras de misericordia, servicios al prójimo, privaciones voluntarias, sacrificios, y sobre todo, la aceptación paciente de la cruz que debemos llevar. Tales penitencias ayudan a configurarnos con Cristo que, el Único, expió nuestros pecados (Rm 3,25; 1 Jn 2,1-2) una vez por todas. Nos permiten llegar a ser coherederos de Cristo resucitado, "ya que sufrimos con él" (Rm 8,17; Cf. Concilio de Trento: DS 1690):

«Pero nuestra satisfacción, la que realizamos por nuestros pecados, sólo es posible por medio de Jesucristo: nosotros que, por nosotros mismos, no podemos nada, con la ayuda "del que nos fortalece, lo podemos todo" (Flp 4,13). Así el hombre no tiene nada de que pueda gloriarse sino que toda "nuestra gloria" está en Cristo [...] en quien nosotros satisfacemos "dando frutos dignos de penitencia" (Lc 3,8) que reciben su fuerza de Él, por Él son ofrecidos al Padre y gracias a Él son aceptados por el Padre (Concilio de Trento: DS 1691).

1473 El perdón del pecado y la restauración de la comunión con Dios entrañan la remisión de las penas eternas del pecado. Pero las penas temporales del pecado permanecen. El cristiano debe esforzarse, soportando pacientemente los sufrimientos y las pruebas de toda clase y, llegado el día, enfrentándose serenamente con la muerte, por aceptar como una gracia estas penas temporales del pecado; debe aplicarse, tanto mediante las obras de misericordia y de caridad, como mediante la oración y las distintas prácticas de penitencia, a despojarse completamente del "hombre viejo" y a revestirse del "hombre nuevo" (Cf. Ef 4,24).

El N° 2185, se ubica en la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Segunda Sección. Los Diez Mandamientos. Capítulo Primero. «Amarás al Señor Tu Dios con todo tu Corazón, con toda tu Alma y con todas tus Fuerzas» Artículo 3. El Tercer Mandamiento:

«Recuerda el día del sábado para santificarlo. Seis días trabajarás y harás todos tus trabajos, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. No harás ningún trabajo»
(Ex 20, 8-10; Cf. Dt 5, 12-15).

«El sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del hombre también es Señor del sábado» (Mc 2, 27-28).

II. El día del Señor. Día de gracia y de descanso:

2185 Durante el domingo y las otras fiestas de precepto, los fieles se abstendrán de entregarse a trabajos o actividades que impidan el culto debido a Dios, la alegría propia del día del Señor, la práctica de las obras de misericordia, el descanso necesario del espíritu y del cuerpo (Cf. CIC can. 1247). Las necesidades familiares o una gran utilidad social constituyen excusas legítimas respecto al precepto del descanso dominical. Los fieles deben cuidar de que legítimas excusas no introduzcan hábitos perjudiciales a la religión, a la vida de familia y a la salud.

«El amor de la verdad busca el santo ocio, la necesidad del amor cultiva el justo trabajo»
(San Agustín, De civitate Dei, 19, 19).


El N° 2300 se encuentra en la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Segunda Sección. Los Diez Mandamientos. Capítulo Segundo. «Amarás a tu Prójimo como a ti Mismo»
Artículo 5. El Quinto Mandamiento:

«No matarás» (Ex 20, 13).

«Habéis oído que se dijo a los antepasados: “No matarás”; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal» (Mt 5, 21-22).

El respeto a los muertos:

2300 Los cuerpos de los difuntos deben ser tratados con respeto y caridad en la fe y la esperanza de la resurrección. Enterrar a los muertos es una obra de misericordia corporal (Cf. Tb 1, 16-18), que honra a los hijos de Dios, templos del Espíritu Santo.

El N° 2447 (y siguientes), se encuentra en la Tercera Parte. La Vida en Cristo. Segunda Sección. Los Diez Mandamientos. Capítulo Segundo. «Amarás a tu Prójimo como a ti Mismo» Artículo 7. El Séptimo Mandamiento:

«No robarás» (Ex 20, 15; Dt 5,19). «No robarás» (Mt 19, 18).

VI. El amor de los pobres:

2447 Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales ayudamos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (Cf. Is 58, 6-7; Hb 13, 3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (Cf. Mt 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (Cf. Tb 4, 5-11; Si 17, 22) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (Cf. Mt 6, 2-4):

«El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11).

«Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros»
(Lc 11, 41).

«Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: “Id en paz, calentaos o hartaos”, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve?»
(St 2, 15-16; Cf. Jn 3, 17).

Antes de finalizar, citaremos dos documentos muy importantes de San Juan Pablo II relacionados con el Catecismo de la Iglesia Católica, el primero de ellos es Constitución Apostólica “Fidei Depositum”, con fecha 11 de octubre de 1992, y el segundo de ellos, es la Encíclica sobre la Divina Misericordia, que data del 30 de noviembre de 1980.

En el próximo escrito de Tópicos Culturales se abordará el Centenario del nacimiento de San Juan Pablo II (18 de mayo de 1920), considerando los mensajes del Papa Francisco y del Papa Emérito Benedicto XVI.     

No olvide rezar también por sus seres queridos y amados,
la Paz y Bien en el mundo 

Y por los Papas
Papa Francisco y Papa Emérito Benedicto XVI

"Yahvéh es mi luz y mi salvación"
Salmo 27(26)

Laudetur Iesus Christus
Alabado sea Jesucristo

Paz y Bien
ARCD
2020/06/11

Bibliografía consultada:

[1] Cf. Catecismo de la Iglesia Católica en:

Catecismo de la Iglesia Católica

Catecismo de la Iglesia Católica. 1993. Librería Editrice Vaticana. Coeditores Litúrgicos et ALII- Librería Editrice Vaticana. Asociación de Editores del Catecismo. Tercera edición revisada. Con citas bíblicas extraídas principalmente de la Biblia Jerusalén. Madrid España.

El Catecismo anterior inicia con la Constitución Apostólica “Fidei Depositum”. Para la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica escrito en orden a la aplicación del Concilio Ecuménico Vaticano II. Juan Pablo II, Obispo Siervo de los Siervos de Dios para perpetua memoria. pp 7-11; y puede consultarla también en el sitio de la Santa Sede.

[2] Ver en el sitio de la Santa Sede:

Constitución Apostólica “Fidei Depositum” Juan Pablo II, Obispo (11/Octubre/1992)

Carta Encíclica Dives In Misericordia del Sumo Pontífice Juan Pablo II sobre la Misericordia Divina (30/Noviembre/1980)

Bibliografía complementaria de Tópicos Culturales relacionados con la Misericordia:

Feliz Año Nuevo Litúrgico del Ciclo C (29/Noviembre/2015).
En este escrito ver la Virgen de la Misericordia de Fra Angélico, y las frases del Papa Emérito Benedicto XI y del Papa Francisco.

Los Preceptos de la Caridad y las Obras de Misericordia (7/Marzo/2008)