Esther Quintana y su escrito Nuestras Raíces
Por
Angel R. Cepeda Dovala
Tópicos Culturales recibió de Doña Esther Quintana Salinas su Columna Semanal con el título: Nuestras raíces, lo cual se agradece por su atenta gentileza y cordialidad, al mismo tiempo me permito felicitarla por tan merecida victoria electoral deseándole lo mejor y también por sus siempre interesantes escritos. A continuación, se transcribe dicho escrito para los que no han tenido la oportunidad de leerlo, dando el crédito periodístico correspondiente a la publicación regional de Vanguardia de la localidad de Saltillo Coahuila de Zaragoza en la Nota [1].
Nuestras raíces Por Esther Quintana
A todos quienes consideraron otorgarme su confianza en las urnas el pasado 1 de julio, infinitamente agradecida. La victoria es suya.
Dos caminos abiertos para el tránsito de Acción Nacional, se plasmaron en el complejo escenario que Don Manuel Gómez Morín vertiera en el Informe a la Asamblea Nacional Constituyente de aquel lejano 14 de septiembre de 1939. Un verdadero dilema: participar en elecciones en un sistema de partidos no competitivo, por donde resultaba difícil avanzar -y donde, para colmo esta participación contribuía a legitimar el sistema existente- o renunciar a la vida institucional para concentrar esfuerzos en la difusión doctrinaria y en la formación cívica de los ciudadanos. Se puntualizaba el rechazo a la violencia para alcanzar los fines y el éxito inmediato (sic), los triunfos eran para después, ya que se hubiera construido ciudadanía. Se subrayaba que la "primera y radical victoria" del partido, sería la rehabilitación moral de la política". Hubo más inclinación por la participación que por la abstención.
Durante muchos años las quejas del fraude y el reclamo de victorias, varias de ellas documentadas, sin éxito alguno, fueron acíbar omnipresente. Fue hasta los ochentas cuando empezamos tener victorias mayores, y en el 2000, después de un largo proceso de lucha democrática al fin se dio la alternancia política; es decir, el cambio de poder del PRI a manos del PAN, en el Ejecutivo.
Lo que hoy se vive no va a doblegarnos, el grueso de nuestra vida institucional se dio en la adversidad, esto templa el carácter y hace maestros en nadar contra corriente, como los salmones. No hay nada nuevo bajo el sol. La cultura de las 7 décadas prevalece, está metida en la idiosincrasia del pueblo de México. La libertad de conciencia está lejos aún, hay pobreza material e intelectual interponiéndose. En los sectores populares y en el campo, el PRI sigue teniendo a sus más fieles cautivos. El malparido paternalismo respira, y lo mismo sucede con el conformismo aupado en la pereza. De modo que lo sucedido se explica. Dos sexenios nos dieron los electores para guiar los destinos de México y hoy le devuelven al PRI la presidencia de la República. ¿Duele? Claro que duele. ¿Tercera fuerza a nivel nacional? Hasta allá nos movimos. Asumamos el hecho.
Las victorias y las derrotas electorales ponen a la luz una realidad que va más allá de los titulares y de los comunicados partidistas y partidarios. Los lamentos y las vivas, las impugnaciones motivadas por la incapacidad de quienes no saben perder y las demostraciones triunfalistas llevadas por la irreflexión de quienes no saben ganar, deben ser ubicadas en su real dimensión ante los números que arrojan los resultados. Cómo se gana y como se pierde dice mucho de la categoría personal del candidato y, también, de su inteligencia política para analizar cuáles son los límites en la victoria, y los desafíos en la derrota. En Acción Nacional debemos estudiar con mente fría las causas y las lecciones de este proceso, para hacer las readecuaciones que sean necesarias y posibles. Si alguien sabe de dificultades y sinsabores, somos nosotros, por eso debemos comprometernos con la evaluación responsable y el espíritu autocrítico, privilegiando la unidad del partido. Tengamos bien presente que la soberbia cierra puertas y que el reparto de culpas es estéril. Mantengamos nuestra capacidad de debate y de síntesis. Perder puede ser tan épico como ganar, aunque sea amargo. La primera declaración tras la derrota, es el principio de la nueva campaña. Hacerlo con categoría es el punto.
Aquí termina el escrito completo de Doña Esther Quintana a la cual le deseamos éxitos en sus nuevos quehaceres en el acontecer nacional de México, y con el saludo de siempre me despido.
PAZ Y BIEN
ARCD
Nota
[1] Cf. La Columna Semanal. Nuestras raíces Por Esther Quintana, en: