Leyenda
Histórica de San Valentín: Patrono de
los Enamorados
Por
Angel R.
Cepeda Dovala
Dentro de las versiones de la Leyenda Histórica de
San Valentín, encontramos en el Santoral de Catholic Net, del Patrón de los
Enamorados: San Valentín [1], y a
continuación Tópicos Culturales reproduce la Biografía de San Valentín:
Valentín,
Santo. Presbítero y Mártir, 14 de
febrero
Mártir en Roma a finales del siglo III. Entre el
pueblo, el día de San Valentín está considerado como «día de la suerte», sobre
todo en Alemania; y en Francia, Bélgica, Inglaterra y especialmente América,
como «día de los enamorados», en que éstos se hacen promesas, felicitaciones y
regalos. Esta costumbre y aquella supersticiosa idea, obedecen a diversos
orígenes folklóricos y también al prestigio popular del Santo como milagrero. —
Fiesta: 14 de febrero.
El árbol maravilloso del Cristianismo necesita siempre
del riego fertilizante de la sangre de los mártires. Árbol que brotó de las
ondas de un manantial divino en la cima del Calvario, sus primeros brotes
adquirieron vigor y frescura en las rojas oleadas que alzaron las persecuciones
de los primeros siglos de la Iglesia.
En sus tiempos primitivos, como en el siglo XX, en
que vivimos, el cristianismo sigue vigorizándose con la sangre de sus héroes.
Nunca han faltado ni jamás faltarán en la Iglesia de Cristo estos testigos de
fe, que llegan hasta la generosa entrega de la vida.
La mayor parte de noticias que de San Valentín
romano han llegado hasta nosotros proceden de unas actas apócrifas; por esta
causa se hace difícil conocer con exactitud su vida e incluso distinguir entre
los hechos que realmente le pertenecen y los de las vidas de otros varios
santos que llevan su mismo nombre y que la iglesia desde muchos siglos venera
también como mártires. Reseñaremos los que se le atribuyen unánimemente.
Con todo, lo importante en la historia de San
Valentín, como en la vida de cuantos cristianos han sido elevados por la
Iglesia al honor de los altares, es que seamos capaces de captar la lección que
nos traen y que es, en definitiva, el fin principal que la ha movido a darles
culto.
San Valentín es para nosotros una ciertísima
lección de vida cristiana, llevada hasta el heroísmo, hasta la más plena
identificación con Cristo: el martirio.
Situémonos a finales del siglo III. Es la era de
los mártires. Por todo el Imperio romano corre el huracán de la persecución.
Valentín, presbítero romano, residía en la capital
del Imperio, reinando Claudio II. Su virtud y sabiduría le habían granjeado la
veneración de los cristianos y de los mismos paganos. Por su gran caridad se
había hecho merecedor del nombre de padre de los pobres.
No podía ser desconocida de la corte imperial la
influencia que ejercía en todos los ambientes romanos, y quiso el mismo
emperador conocerlo personalmente. Valentín, en aquella entrevista, no dejaría
de interceder en favor de su fe católica y contra el estado de persecución en
que a menudo se encontraba sumida la Iglesia.
El soberano, que estaba interesado en granjearse la
amistad y la colaboración del inteligente sacerdote cristiano, escuchó con
agrado sus razones. Por eso intentó disuadirle del que él creía exagerado
fanatismo; a lo que replicó Valentín evangélicamente: «Si conocierais, señor,
el don de Dios, y quién es Aquel a quien yo adoro, os tendríais por feliz en
reconocer a tan soberano dueño, y abjurando del culto de los falsos dioses adoraríais
conmigo al solo Dios verdadero».
Asistieron a la entrevista, un letrado del
emperador y Calfurnio, prefecto de la ciudad, quienes protestaron enérgicamente
de las atrevidas palabras dirigidas contra los dioses romanos, calificándolas
de blasfemas. Temeroso Claudio II de que el prefecto levantara al pueblo y se
produjeran tumultos, ordenó que Valentín fuese juzgado con arreglo a las leyes.
Interrogado por Asterio, teniente del prefecto,
Valentín continuó haciendo profesión de su fe, afirmando que es Jesucristo «la
única luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo».
El juez, que tenía una hija ciega, al oír estas
palabras, pretendiendo confundirle, le desafió: «Pues si es cierto que Cristo
es la luz verdadera, te ofrezco ocasión de que lo pruebes; devuelve en su
nombre la luz a los ojos de mi hija, que desde hace dos años están sumidos en
las tinieblas, y entonces yo seré también cristiano».
Valentín hizo llamar a la joven a su presencia, y
elevando a Dios su corazón lleno de fe, hizo sobre sus ojos la señal de la
cruz, exclamando: «Tú que eres, Señor, la luz verdadera, no se la niegues a
ésta tu sierva».
Al pronunciar estas palabras, la muchacha recobró
milagrosamente la vista. Asterio y su esposa, conmovidos, se arrojaron a los
pies del Santo, pidiéndole el Bautismo, que recibieron, juntamente con todos
los suyos, después de instruidos en la fe católica.
El emperador se admiró del prodigio realizado y de
la conversión obrada en la familia de Asterio; y aunque deseara salvar de la
muerte al presbítero romano, tuvo miedo de aparecer, ante el pueblo, sospechoso
de cristianismo. Y San Valentín, después de ser encarcelado, cargado de
cadenas, y apaleado con varas nudosas hasta quebrantarle los huesos, unióse
íntima y definitivamente con Cristo, a través de la tortura de su degollación.
¿Por qué el folklore se ha venido aliando tan
intensamente y en tantos países con la festividad de San Valentín romano? Y
reduciendo la cuestión: ¿Por qué se atribuye a San Valentín el patronazgo sobre
el amor humano, atribución que es, evidentemente, el origen y la explicación de
todas las restantes manifestaciones de la devoción o de la simpatía popular al
Santo?
Aparte la posible trasposición de algún hecho,
tradición o leyenda, de otros Valentines al mártir de Roma, que explicaría
ciertas expansiones, dicha atribución puede ser debida a dos motivos,
separadamente considerables o perfectamente conjuntables:
1º Nuestro San Valentín fue martirizado en la Via
Flaminia hacia el año 270, seguramente en los inicios de la primavera, cuando
en la naturaleza se anticipa el júbilo expectativo de la fecundidad y de la
pujanza. En los siglos antiguos y medievales, empiezan a venir a Roma numerosos
peregrinos, entrando por la Puerta Flaminia, que se llamó Puerta de San
Valentín, porque allí, en recuerdo de su martirio, el Papa Julio I, en el siglo
IV, mandó construir en su honor una basílica.
Esos romeros coincidían con los días del
aniversario del Santo; y de retorno a sus países, se llevarían de él o de su
templo alguna reliquia o memoria. Ahora bien: no es cosa rara en la primitiva
Iglesia el empeño de cristianizar fiestas o costumbres de matiz pagano, y en
primavera no faltaban en la Roma gentílica festejos dedicados al amor y a sus
divinidades. Fácilmente se inclinaría a los fieles a invocar a San Valentín
—mártir primaveral— como protector del amor honesto. La invocación brotaría en
Roma y sería transportada por los romeros a sus tierras y naciones,
principalmente por los que cruzaban la Puerta Flaminia, norte arriba de Europa.
2º motivo: Hemos hecho notar el prestigio de que
gozaba el Santo como sacerdote. ¡En cuántas familias sería efectiva su
influencia, cuántos enlaces matrimoniales habría bendecido! Positivamente, no
faltan noticias biográficas tradicionales que así lo afirman.
En las Catacumbas y en casas de cristianos, no
sumarían cantidad exigua los que habían sido asistidos por su presencia
presbiteral al unirse, por el Santo Sacramento que los hizo esposos. Es natural
que, después de su martirio, se le adjudicase la advocación de Patrón de los
hogares y del amor conyugal.
Trábense estas consideraciones, y quedarán
perfectamente señalados los orígenes de la devoción típica y del costumbrario
en homenaje al Santo.
Lo cierto es que éste se conserva floreciente en
los países del Norte europeo y americano.
Cosa curiosa: ya en el siglo XVII, ciertos
protestantes lo censuraban como de cuño papista y, al mismo tiempo, pagano. Le
reconocía cierto matiz pagano, San Francisco de Sales. Pero, saturado como
siempre de buen juicio y de exquisita prudencia, lo que hace él es aconsejar a
los jóvenes prometidos que imiten las virtudes de San Valentín. Esto es lo que
hay que desear, principalmente; rogando al excelso presbítero mártir que
alcance del Señor, a la juventud cristiana que al matrimonio camina, el don del
puro amor, santificador de la vida familiar.
Aquí termina la Breve Biografía de San Valentín.
PAZ Y BIEN
ARCD
Nota
[1] Cf. Catholic Net, Valentín, Santo; Breve Biografía,
Autor: | Fuente: MultiMedios.org
Otra versión
sobre San Valentín las puede consultar en:
SAN VALENTIN.
Fiesta 14 de febrero.