Por
Angel R. Cepeda Dovala
En el evangelio de San Juan 1, 1-18, en este día sabatino en horario matutino, de las 7:00 A. M. fue leída la lectura bíblica con una gran reflexión de Fr. Federico Hernández Carrillo, en el Templo de San Francisco, en Saltillo Coahuila de Zaragoza, México, que me hizo recordar, las palabras de Meditación del Papa Benedicto XVI, de enero 3, de 2010, quien menciono en la Hora del Angelus:
Este texto afirma que Dios no sólo es el creador del universo —aspecto común también a otras religiones— sino que es Padre, que "nos eligió antes de crear el mundo (...) predestinándonos a ser sus hijos adoptivos" (Ef 1, 4-5) y que por esto llegó hasta el punto inconcebible de hacerse hombre: "El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros" (Jn 1, 14). El misterio de la Encarnación de la Palabra de Dios fue preparado en el Antiguo Testamento, especialmente donde la Sabiduría divina se identifica con la Ley de Moisés. En efecto, la misma Sabiduría afirma: "El creador del universo me hizo plantar mi tienda, y me dijo: "Pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel" (Si 24, 8). En Jesucristo, la Ley de Dios se ha hecho testimonio vivo, escrita en el corazón de un hombre en el que, por la acción del Espíritu Santo, reside corporalmente toda la plenitud de la divinidad (cf. Col 2, 9).
Queridos amigos, esta es la verdadera razón de la esperanza de la humanidad: la historia tiene un sentido, porque en ella "habita" la Sabiduría de Dios. Sin embargo, el designio divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad. Ciertamente, el reino de Dios viene, más aún, ya está presente en la historia y, gracias a la venida de Cristo, ya ha vencido a la fuerza negativa del maligno.
Cada vez que el Señor quiere dar un paso adelante, junto con nosotros, hacia la "tierra prometida", llama primero a nuestro corazón; espera, por decirlo así, nuestro "sí", tanto en las pequeñas decisiones como en las grandes. (Benedicto XVI, Ángelus, domingo 3 de enero de 2010)
El 2011 se va y viene el 2012, tratemos de escuchar al Señor en su llamado a nuestro corazón y no lo hagamos esperar con nuestro “si”, tanto en las pequeñas decisiones como en las grandes, como dijo el Papa Benedicto XVI.
PAZ Y BIEN
ARCD
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